VISO ESPACIAL: es la capacidad de ser creativo, de tener…
Muchos niños y niñas no saben perder. Es común que muchos pequeños cuando juegan o compiten y no ganan se enfaden mucho y reaccionen con rabietas y malas actitudes.
Es fundamental que aprendan a perder, que asuman que no siempre ganan, que sean capaces de gestionar la derrota y la frustración que esta conlleva, les ayudará para su autoestima y para no rendirse en futuras ocasiones.
Resulta fundamental que vean cada situación como una oportunidad de aprendizaje.
Los más pequeños están acostumbrados a ser el centro de atención y a conseguir lo que quieren, por eso aceptan mal las derrotas. Pero esto no es bueno para ellos, ya que puede afectar a su autoestima, a sus relaciones sociales y formar la creencia de que es mejor no participar o abandonar para no perder, entonces nunca lucharan y nunca ganaran.
Debemos enseñar a los niños y niñas que si participamos en una actividad a veces se gana y a veces se pierde, pero que si no participamos no tendremos esa experiencia. Deben ver que perder no es malo, que nos sirve para aprender que hicimos mal, asumir que como personas a veces hacemos cosas mal, pero que podemos aprender y mejorar lo que hicimos mal. Y sobre todo que en muchas ocasiones no importa si se gana o se pierde, que lo importante es disfrutar de la actividad y cooperar con los demás para que esta sea divertida o para lograr un fin común, como puede ser pasar un buen rato con amigos y familiares.
El ganador es aquel que sin importar el resultado, disfruta de la actividad, coopera, aprende de lo que ha hecho y no se rinde ante una derrota o un obstáculo. Los fracasos son comunes en la vida, pero para lograr el éxito y la felicidad, debemos asumir los fracasos, verlos como una parte del camino por el que tenemos que pasar, no son algo negativo. Los fracasos son importantes para aprender a ganar.
¿PORQUÉ ES IMPORTANTE QUE LOS PEQUEÑOS APRENDAN A PERDER?
Es fundamental que las personas aprendan a manejar las derrotar y a gestionar los sentimientos de frustración que están llevan consigo.
Si aprenden a perder, su autoestima se protege y se refuerza. El que sabe perder no ve la derrota como algo personal, como una falta de capacidades o de valía personal, lo ve como algo normal que ocurre en diversas situaciones y que puede cambiarse.
Contribuye a mejorar sus habilidades sociales. Si saben participar y jugar con deportividad, sin miedo a perder, tendrán un incremento de sus habilidades y capacidades sociales.
Se fomenta la perseverancia y la capacidad de esfuerzo.
Aprenden a no centrarse en el éxito o fracaso, sino en la actividad en sí misma.
Comprenden el valor de la posibilidad de cambio y de mejora y que esto depende de uno mismo.
Los pequeños que saben perder, crecen sabiendo que el fracaso y la frustración son partes irremediables del camino, pero no insalvables. Aprenden a manejar y gestionar estas situaciones.
Aprenden a ser cooperativos y no tan competitivos.
¿CÓMO HACEMOS QUE LOS NIÑOS Y NIÑAS APRENDAR A PERDER?
No le evites la frustración. En ocasiones tendemos a darles todo lo que quieren para que no se sientan mal y esto es un error. No se trata de hacer que el niño o la niña lo pase mal, pero sí de que experimente la sensación. De esta forma no se dejaran sobrepasar por el sentimiento de frustración, aprenderán poco a poco a gestionar sus frustraciones y se enfrentaran a ellas, porque lo verán como un sentimiento normal.
Déjale que gane de vez en cuando, que experimente ambos sentimientos. Es importante que además de experimentar la derrota, los niños y niñas experimenten la victoria. Y que aprendan a ganar sin ridiculizar y con deportividad.
Dales ejemplo. Los pequeños aprenden más de lo que ven, que de lo que les decimos. Aprenden por mimetización de los adultos más cercanos. Cuando compitamos debemos mostrar una actitud deportiva tanto si ganamos como perdemos. Ni enojarnos, ni ridiculizar y mostrarle como ganamos todos por la diversión del juego, como aprendemos cuando perdemos.
Pon limites a su enfado. Cuando el niño o la niña pierda y se enfade, debemos ponerle limites, no es bueno dejarle que grite, que patalee, que este de morros…no le des demasiada importancia al enfado del pequeño, responde a éste con sentido del humor. Explícale que hoy ha perdido, pero que otro día ganara, pero que si está enfadado no podrá disfrutar de otras actividades. Si le ayudamos a cortar su enfado, le estamos enseñando a gestionar su frustración y a auto controlarse.
Hazle ver los beneficios de participar. Habla con ellos, emplea el sentido del humor cuando juegues con ellos. Ríete cuando te equivoques y pierdas. Enséñale que el objetivo es disfrutar en compañía de una actividad conjunta, que no se trata de ganar o perder.
No alabes al ganador y ridiculices al perdedor, ni permitas que ellos lo hagan. Emplea tu ejemplo y corta esas conductas. En lugar de eso habla de lo bien que lo habéis pasado, de lo que habéis reído, de lo que has aprendido en un momento determinado del juego, de cómo lo harás la próxima vez, etc.
Refuérzale cuando pierda y no se enfade. Cuando el pequeño pierda y no muestre un enfado, debemos reforzarle, continuar jugando con él, dejarle que elija otro juego y hasta ponérselo fácil para que gane en la siguiente ocasión.
Enséñale a manejar la derrota. Transmítele la idea de que perder no es algo negativo. El fracaso es parte del camino, si entiende esto, no lo verá como una dificultad insalvable, aprenderá a manejar sus sentimientos de frustración.
Educa en la perseverancia. En todo momento enséñale que la derrota no debe llevarnos al abandono. Que se gana más asumiendo una derrota y que podemos ser perseverantes y continuar esforzándonos para vencer en la próxima ocasión. Es fundamental que vean que si no alcanzamos una meta, esto no quiere decir que sea imposible lograrla. Debemos ayudarles a ver que paso para que no la alcanzáramos y que es lo que deberíamos mejorar o cambiar la próxima vez para superarnos.
Muéstrale que un fracaso, que una derrota no es algo negativo, que es una oportunidad de mejorar, porque existe la posibilidad de cambio y de aprendizaje.